Soberanía digital para colectivos¶
«Las herramientas del amo no destruirán la casa del amo»Audre Lorde
Las grandes extractivistas de datos no solo se han convertido ya en las mayores potencias económicas del planeta, sino también en la más avanzada maquinaria de manipulación, capaz de influir en resultados electorales.
Google, Facebook, Microsoft y demás bestias extractivas parasitan al pueblo. Viven de la extracción y explotación de nuestros datos. Con ellos mercadean y alimentan bases de datos con nuestros perfiles. Éstas les permite vender servicios adaptables automáticamente por perfil individual, los cuales se pueden ejecutar de forma masiva sobre la población, modelando así nuestras opiniones e influyendo sobre nuestras decisiones. A pesar de ello, seguimos regalándoles nuestros datos.
Pero no son solo las corporaciones, el espionaje a la población forma parte –en mayor o menor medida– de la estructura de los estados, y es habitual que estos destinen más recursos cuando estas prácticas van dirigidas hacia uno de sus objetivos destacados de siempre: los movimientos sociales [0].
Aún así, es común entre activistas descuidar su seguridad y utilizar tecnologías que permiten que ocurra ese espionaje. La comodidad, la inmediatez y la normalizada cotidianeidad del uso de estas dañinas tecnologías privativas y centralizadas provocan un efecto anestésico que nos hace olvidar su probada eficacia como herramienta para el control social.
Si la tecnología utilizada posibilita:
Comunicaciones intervenidas
Geolocalización histórica y en tiempo real
Acceso y tratamiento masivo automatizado de datos y metadatos
Censura y corte de servicio
recomendamos practicar la abstinencia tecnológica o pasar a:
Rechazar el software privativo
Utilizar herramientas de publicación resistentes a la censura
Utilizar herramientas de comunicación que permiten confidencialidad
Utilizar herramientas de comunicación que permiten anonimato
Autogestionar nuestros datos, software y hardware
Contactad con nosotres si necesitáis ayuda para conseguirlo.
